En el panorama actual del periodismo, donde la desinformación y las noticias falsas campan a sus anchas, la distinción entre opinión e información se vuelve más crucial que nunca. Esta misma dicotomía resuena con fuerza en el ámbito del UX, donde la interpretación y la experiencia personal de los expertos a menudo se entremezclan con los datos objetivos y la investigación rigurosa.
Si bien la opinión, basada en juicios de valor y experiencias vividas, puede ser valiosa para enriquecer el proceso de diseño, es fundamental diferenciarla claramente de la información. La información, por su parte, debe ser objetiva, verificable y estar respaldada por evidencia sólida.
Lamentablemente, en la vorágine del mundo actual, donde los costos de investigación, los tiempos de entrega y las decisiones tomadas desde arriba pueden limitar el alcance de los estudios, la línea entre opinión e información se difumina con facilidad.
Expertos con gran bagaje y amplia trayectoria pueden caer en la trampa de presentar sus opiniones personales como hechos objetivos, sesgando así la percepción de la realidad y desvirtuando el proceso de toma de decisiones.
Esta falta de transparencia puede tener consecuencias nefastas para el producto final. Si las opiniones no fundamentadas se enmascaran como datos objetivos, se corre el riesgo de cometer errores graves que afecten negativamente la experiencia del usuario.
Es por ello que resulta imperativo mantener una postura ética y responsable en el ámbito del UX. Los expertos deben ser transparentes en sus procesos de trabajo, distinguir claramente entre la opinión y la información y priorizar el bienestar del usuario por encima de cualquier otro interés.
No se trata de desestimar la opinión, sino de enmarcarla en su contexto adecuado. Las opiniones informadas, basadas en experiencias vividas y conocimiento sólido, pueden ser aportes valiosos para el proceso de diseño.
Sin embargo, es fundamental no confundirlas con información objetiva y evitar presentarlas como verdades absolutas. La transparencia y la ética profesional son pilares fundamentales para garantizar un UX de calidad que responda a las necesidades reales de los usuarios.
En definitiva, la clave reside en encontrar el equilibrio entre la opinión y la información. Los expertos en UX deben ser capaces de navegar por esta delgada línea con honestidad, transparencia y un compromiso inquebrantable con la verdad. Solo así podremos construir productos que realmente beneficien a los usuarios y evitar caer en las trampas de la desinformación